Nuestra Iglesia diocesana siempre encuentra preciosas ocasiones para permanecer en acción de gracias al Señor de la historia y dador de todos los carismas, que expresan la perenne juventud del Pueblo de Dios.
Nuestra Iglesia diocesana siempre encuentra preciosas ocasiones para permanecer en acción de gracias al Señor de la historia y dador de todos los carismas, que expresan la perenne juventud del Pueblo de Dios.
Hace más de doscientos años que inspiró a la Beata Ana María Javouhey la fundación de las Hijas de San José de Cluny. Llegaron a Perú en 1870, y a la parroquia de Talavera en 1965, a sólo siete años de la creación de la diócesis. Era obispo de Abancay Mons. Alcides Mendoza Castro, de feliz memoria. ¡Cuántos se beneficiaron de su espíritu misionero especialmente en la atención a los niños, jóvenes y enfermos!
Ese año se clausuró el Concilio Vaticano II, que nos dio hermosos documentos, como la Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia y el decreto Perfectae Caritatis sobre la adecuada renovación de la Vida Religiosa.
De modo, que en el Año de la Vida Consagrada –decretado por el Papa Francisco-, en el mes de San José, y en el día mismo en que celebramos la Encarnación del Hijo de Dios, las Hijas de san José de Cluny en Talavera celebran sus Bodas de Oro. Todos los fieles de esa querida parroquia y de la toda la Diócesis, conmigo, su Pastor, nos unimos a la magna celebración jubilar.
El Hijo de Dios aceptó hacerse hombre, tomando la condición de siervo por nosotros. La Santísima Virgen María, pronunció su “FIAT” al Arcángel que le anuncia de parte de Dios. Nuestro Padre y Señor san José se convierte en fiel instrumento de los planes de Dios. Que ellos las lleven a renovar su SÍ y a “mirar al pasado con gratitud”, a vivir “con pasión el presente” y enfrentar el futuro “llenas de esperanza”.
Que el Señor siga haciendo eficaz vuestro servicio a la Iglesia, que, como obispo, tanto agradezco.
Abancay, 8 de marzo, 2015.
Con mi mejor bendición.
+Gilberto Gómez González
Obispo de Abancay